martes, 24 de abril de 2012

De la realidad

Año tras año desde que soy adolescente, niña tal vez, sueño cosas. Sueño situaciones. Que el pibe que me gusta va a venir hacia mi y me va invitar a bailar, me va a agarrar de la mano y me va a llevar lejos y va a bailar muy cerca mío, muy cerca, como si quisiera a la vez decirme algo pero no se anima, hasta que me roza los labios como sin querer y me besa, me besa mucho mientras continua un mundo de gente alrededor que no percibimos. Cuando me han dejado he soñado que me los cruzo y yo voy de la mano de un pibe hermoso, y él va a volver a querer hablar conmigo, pero la oportunidad va a haber pasado. He soñado que me lo cruzo y le digo todas las cosas que siempre quise decirle pero que no tuve el valor o la oportunidad y encima yo voy a estar hermosa ese día. He soñado que me cruzo al pibe con otra chica pero que yo voy a las carcajadas con alguien que me sonríe y me quiere y nos vemos muy bien juntos. He soñado... mucho… y nada, nunca nada de esto sucedió. Me acostumbré a que no sucediera, me permití soñar a sabiendas que no iba a ocurrir, nunca, ni cerca. Todas las personas que quise volver a cruzarme porque me quedó algo por decir o hacer o amar, no volví a cruzármelas. Hasta que llegó él. Él. Un pibe. Un pibe que supo ponerme nerviosa cada vez que me lo crucé, un pibe que me animé a besar sin más, a dar el primer paso. Un pibe con el que esperaba que apareciera y aparecía, que esperaba que me escribiera y me escribía. Con el que soñé que volvía a cruzar para decirle lo que me quedó pendiente decirle y volví a cruzarlo, y volvió a querer besarme luego de tiempo sin verme, al que pude decirle todo lo que quise. Ahora me siento rara porque no estoy acostumbrada a que suceda lo que yo sueño.